
El equipo dirigido por Julio Vaccari mostró algunos pasajes de buen juego, pero careció de lo más importante: generar situaciones claras de gol. El Rojo prácticamente no exigió al arquero Facundo Sanguinetti, que transitó una tarde tranquila.
Cuando el primer tiempo parecía encaminarse al cero, apareció Martín Ríos, que ganó en las alturas y, de cabeza, venció la resistencia de Rodrigo Rey para poner en ventaja al Taladro. Fue un mazazo para un Independiente que ya mostraba síntomas de desconexión y bajo rendimiento.
En el Rojo se destacaron de manera aceptable Sebastián Valdez y Santiago Montiel, este último el único atacante que intentó inquietar a la defensa rival. En contraste, Walter Massanti e Ignacio Pussetto no lograron pesar en ofensiva.
La segunda etapa fue un calco de lo visto en los primeros 45 minutos: un Independiente apático, sin ideas y con un juego previsible, lo que le permitió a Banfield controlar el desarrollo y cerrar el partido sin sobresaltos.
La derrota no solo duele por el resultado, sino porque vuelve a encender las alarmas: el equipo no encuentra rumbo futbolístico y el futuro de Vaccari empieza a tambalear en medio de un semestre lleno de frustraciones.