
(Photo by Marcelo Endelli/Getty Images)
El desempeño de Nazareno Arasa (Árbitro principal) en el partido de ayer fue, como mínimo, preocupante. No solo por la falta de criterio uniforme, sino por errores y omisiones que terminaron condicionando el desarrollo del encuentro.
La primera polémica grave llegó en el primer tiempo. Una habilitación precisa dejó a Walter Mazzantti en velocidad rumbo al arco, pero la rápida salida de Franco Armani terminó en una infracción clara al límite del área. La acción, que podía ser sancionada como juego brusco grave por cortar una ocasión manifiesta de gol, ni siquiera fue revisada por el VAR. Tanto Arasa como Jorge Baliño (VAR) y Javier Uziga (AVAR) desestimaron cualquier análisis, dejando pasar una jugada que podía cambiar la historia del partido.
En esa primera etapa, Arasa amonestó a Facundo Zabala y Kevin Lomónaco, y en total mostró 5 tarjetas amarillas a Independiente y solo 2 a River, algo que reflejó el criterio desigual en la sanción de faltas. Además, hubo una serie de infracciones menores cobradas siempre en favor de River, que cortaron el juego y le permitieron recuperar el control territorial, inclinando la cancha de manera sutil pero constante.
En el segundo tiempo llegaron las anulaciones de los dos goles de Independiente por posiciones adelantadas milimétricas, ambas convalidadas por el VAR. El famoso “hombro adelantado” volvió a aparecer, alimentando la sensación de que la tecnología se usa más para justificar que para esclarecer.
El único acierto claro en materia de posiciones adelantadas fue de Diego Bonfa (Asistente 2), que marcó correctamente un offside evidente de Borja. Por su parte, Miguel Savorani (Asistente 1) estuvo involucrado en fallos que generaron malestar.
En partidos así, se espera que el árbitro garantice justicia y pase inadvertido. Ayer pasó todo lo contrario: Arasa y compañía fueron protagonistas, pero por sus errores.